Hoy salí a caminar, me gusta hacerlo de vez en cuando porque para mí también es una manera de meditar, no soy una corredora, pero cuando comienzas a caminar frecuentemente, el cuerpo comienza a pedirte mas, por eso desde un tiempo para acá, camino y troto.
Afortunadamente donde vivo es un sector con muchos árboles y contacto con la naturaleza, puedo admirar hermosas montañas pero también tengo vista al mar, así que el recorrido es todo un placer para los sentidos, no sólo la vista, sino que también sientes en tu piel la brisa marina, y escuchas diversidad de pajaritos cantando, hueles el mar y saboreas el placer de todo esto junto; el camino no es plano, es irregular, y yo vivo en la parte mas alta, así que cuando decido salir a hacer mi recorrido suelo bajar caminando para calentar, y cuando llego al final de la bajada, entonces doy media vuelta y comienzo a trotar hacia arriba.
Es una subida larga e inclinada aproximadamente 2,2 kilómetros, entre subidas, curvas y algunos pocos planos, así que no es fácil el trote, o por lo menos mantener el paso sin detenerte. La primera vez que el cuerpo me pidió correr de subida, lo hice de súbito y a velocidad, tipo carrera, y cuando apenas había corrido unos 300 metros ya no podía más y tuve que detenerme, caminar, y luego alternar entre caminata y trote suave. Ese día recibí una lección, y es no apresurarme.
Cuando te apresuras en la vida, con tus metas, con tus relaciones, o tu formación profesional, en cualquier ámbito, lo que sucede es que das todo lo que tienes en un principio y terminas haciendo una carrera corta, y es posible que abortes la misión y no sigas adelante, o también es posible que sigas pero te va a resultar más difícil y pesado hacerlo. Cuando nos apresuramos por algo, estamos siendo gobernados por el ego, él que siempre quiere todo rápido e inmediato, y por andar corriendo apresuradamente, puedes perderte del pacer del recorrido, y algo que pudo haber sido satisfactorio y placentero, se termina convirtiendo en un calvario desgastante.
Esta sociedad que hace culto al Ego te educa para que sientas la ansiedad del placer inmediato, que quieras todo de golpe, y lo digo con mucha propiedad porque en mi vida he abandonado muchos proyectos porque no resultan como yo quería desde un principio. Por eso es importante que sepamos reconocer ese apresuramiento que nos embarga, y que nos hace sentir ansiedad por los resultados. En la pareja puede que nos pase algo parecido, nos enfocamos al principio en el disfrute, en la perfección que todo proceso de enamoramiento implica, porque cuando te gusta una persona todo lo vez color de rosa, y te mantienes en estado de éxtasis, pero cuando pasa el tiempo, las hormonas se aplacan, y comienzan los roces, las complicaciones lógicas de la vida, como la convivencia, las responsabilidades, etc, entonces allí te molestas y ya no quieres seguir adelante. Algunos abandonan, otros siguen dando tropiezos por miedo a estar solos, pero lo mas triste es que no se deciden a aprender del proceso, a crecer con la experiencia, sino que nos quedamos anclados en el recuerdo de la primera fase, la carrera inicial, y no aprovechamos el momento presente para crecer y aprender. Volviendo a mi caminata, sería como haber corrido desaforadamente esos 300 metros y luego estar demasiado cansada, como para notar que hay árboles hermosos, o pajarillos cantando, o una montaña enorme y fresca, ni siquiera alcanzar a sentir la brisa que acaricia mi piel.
Poco a poco en mi caminata, fui aprendiendo a administrar la carrera en la subida, a correr con un ritmo suave pero constante, y al principio lograba subir unas 3/4 partes del recorrido, a trote, sin detenerme, pero claro con un ritmo diferente, sin embargo iba mentalmente peleando con mi enemigo interno que me decía, «hasta el próximo poste llegas, luego caminas» y yo le decía: «no me voy a detener, yo si puedo mas» y así iba mentalmente ocupada, hasta que en un punto me detenía y comenzaba a caminar lentamente. Esa lucha interna me hacía perder el placer del recorrido, no disfrutaba sino que terminaba mas tensa, y eso también suele pasarnos en la vida diaria, esa pelea con el ego, esa voz interna que te desconecta del tiempo presente y te impide disfrutar de los pequeños placeres, por eso con mi caminata y mi trote, también aprendí a reconocer mi ego y vivir el presente darme cuenta cuando me estaba saboteando, y concentrarme en el recorrido, admirar la belleza del camino, y prestar atención a mis sensaciones corporales, a mi respiración, y fue allí cuando decidí que mis caminatas iban a ser un modo de meditación y desconexión de mi Ego.
En la vida solemos perdernos de tanto, sólo por andar como zombies gobernados por el ego, nos levantamos en la mañana, pensando en el momento en que regresemos a dormir, trabajamos pendientes del reloj para cuando sea la hora de salida, comemos pensando en la próxima comida o en lo que vamos a cocinar mañana, y así sucesivamente, perdemos lo valioso de la vida, el único momento que de verdad tenemos, «El Presente».
Por último y especialmente en la caminata de hoy aprendí algo más, y es que hoy no tuve que detenerme a 3/4 del recorrido, sino que llegué trotando a la puerta de mi casa, no sentí mayor agotamiento y eso que tenía varias semanas que no lo hacía, y la diferencia fundamental estuvo en el hecho de que esta vez, no me apresuré, controlé a mi ego, me concentré en el presente, pero además Celebré cada paso por pequeño que fuera. Y ese es el aprendizaje de hoy, Celebra tus pasos por pequeños que sean, y cuando el camino se ponga cuesta arriba, sigue a paso firme, quizás mas corto, quizás mas lento, pero siempre firme hacia adelante!!!
Feliz y bendecido día!!