Ser padres es un hermoso desafío que forma parte del ciclo de la vida, el problema es que casi siempre aunque lo planifiquemos, el desafío parece ser más grande de lo que imaginamos. Nos dicen que ser padres nos cambia la vida y las prioridades y es muy cierto. Muchos se preparan para la llegada de los hijos leyendo y documentándose sobre cómo atender a un bebé, cómo bañarlo, alimentarlo, etc, pensando que ese es el mayor de los retos.
Sin embargo hoy en día esa es tan sólo una de las primeras pruebas a las que nos vemos sometidos los padres; pero existen otra clase de pruebas que a medida que pasa el tiempo, parecen irse complicando. A medida que van creciendo, el cambio de pañales o los trasnochos se convierten en trivialidades frente a la enorme responsabilidad que implica formar la integridad de un ser humano, fortaleciendo su autoestima pero educándoles en el respeto que socialmente es exigido para que nuestros hijos encajen en la sociedad.
Luego está el inicio de la etapa escolar, que es donde mayormente salen a relucir esos detalles de comportamiento, como padres deseamos que a nuestros hijos les vaya bien en la escuela, que tengan buenas relaciones con los compañeros, y además que tengan desde pequeñitos buenas calificaciones, pero no siempre eso es lo que sucede. Nuestros hijos van a la escuela a enfrentarse con una variada gama de personalidades, les toca aprender a relacionarse, se les dice que no peguen, pero que se defiendan, se les dice que presten atención y que hagan su tarea, pero en el salón de clases todos gritan y se le dificulta poder concentrarse. Luego no tarda la maestra en llamar a los padres de los niños que para ella son problema, y de allí en adelante está abierta la posibilidad de la etiqueta, el niño que pega “el agresivo” el que llora “el llorón” el que no habla mucho “el calladito” y así sucesivamente.
En Venezuela, el sistema educativo se encuentra obsoleto, quieren que nuestros hijos sean “normales” de acuerdo a estándares de hace 20 o 30 años, y la nueva generación de niños que está en edad escolar, distan mucho de ser “Normales” ellos en su gran mayoría son “EXTRAORDINARIOS”.
Se trata de niños con niveles de inteligencia superiores, niños interesados en el dinamismo y el aprendizaje divertido y práctico. Sin embargo vemos que aún se usa el pizarrón para escribir una clase entera, y se les pide que copien.
No es fácil hacer que casi 40 niños se sienten durante una hora a solo copiar, no estos niños tan enérgicos de hoy en día, el decirles que copien es sinónimo de aburrirlos, y eso ocasiona que los niños se levanten de sus asientos para hablar con los compañeros, y que el salón se convierta en un caos, con:
• Maestras cansadas
• Niños aburridos
Los padres más preocupados por sus hijos los inscriben en clases particulares para que el niño no se atrase con respecto al resto del salón, o incluso llegamos a presionar a nuestros hijos, exigiéndoles mayor atención menos distracción y buenas relaciones con los compañeros.
Cuando surgen estos escenarios, debemos optar por ser “Padres Potenciadores” es decir padres que fortalecen el potencial de sus hijos, y los impulsan a lograr objetivos, pero
¿Cómo ser Padres Potenciadores?
Lo primero es mantener muy separados su desempeño académico del su valor como persona. Necesariamente tenemos que hacerle sentir amado, valorado, y seguro independientemente de sus calificaciones o comportamiento en la escuela, y hacerle entender que su comportamiento o calificaciones son tan sólo una conveniencia en la vida, pero que su valor como ser humano jamás va a depender de sus notas. Frases como: “Si no te portas mejor en la escuela no vas a tener futuro” “Por qué eres tan desobediente?” “Eres malo para las matemáticas” son frases destructivas para la identidad del niño, por eso debemos seleccionar cuidadosamente nuestras palabras y decirle por ejemplo: “Hijo eres muy inteligente, sé que si te lo propones podrás portarte mejor, es tu decisión elegir entre hacer tus tareas o conversar con tus amigos, hay tiempo para todos, concéntrate primero en la tarea y después conversas” A ellos hay que explicarles mejor las cosas sin que de eso dependa su valor como ser humano, y no digo que de resultado de un día para otro, esto hay que repetirlo a diario, hasta que armoniosamente nuestro hijo terminará por asumir sus roles en la escuela, en la casa, en el equipo de futbol o las clases de baile, somos nosotros los que formamos su identidad y el proceso escolar es una de las etapas más difíciles sobre todo porque como padres no estamos preparados para hacer las cosas diferentes a lo que hicieron nuestros padres con nosotros.
En segundo lugar, es necesario que día tras día trabajemos para fortalecer la autoestima de nuestros hijos, pero para fortalecer y formar una sana autoestima, es muy importante trabajar en tu propia autoestima y autovaloración, recuerda que tus hijos aprenden del ejemplo que les das, y si no te valoras y no tienes una autoestima sana, pues eso es lo que les enseñarás.
También es muy importante ser muy cuidadosos de nuestras palabras cuando les hablamos a ellos, o cuando hablamos de ellos con algún familiar o amigo, ya que con esas frases que decimos, estamos formando el sistema de creencias de ese pequeño ser humano, por eso el decirle a la abuela: “Luis es un pendenciero, le gusta pelear en la escuela” o “María es lenta en matemáticas” aunque no se lo digas directamente, eso está siendo absorbido por el subconsciente del niño o niña.
Por último, pero no menos importante es dedicar tiempo a resaltar lo positivo de su desempeño y cuando las cosas no salgan de acuerdo a lo esperado, puedes preguntarle al mismo niño: ¿Cómo crees que puedes hacerlo mejor? O ¿De qué otra forma podrías haber actuado? Así despertarás su creatividad y lo conectas con sus recursos internos para que así pueda asumir conductas distintas.
Recomendaciones para Padres Potenciadores:
• Escúchale atentamente
• Respeta sus iniciativas
• Exige y asigna responsabilidades
• Crea un vínculo armonioso con tu hijo y juega con él siempre que se pueda
• Mantén estrecha comunicación con los docentes.
• Dedica tiempo de calidad a compartir con tu hijo.
• Asegúrate de que tu hijo sepa cuánto lo amas, no importa la edad.
Ser Padres es un reto maravilloso y hay que entender que cada hijo es diferente y con cada uno se aprende algo distinto y nuestra misión más importante es apoyarlos y darles un sentido de autovaloración sano que les permita crecer sabiendo que son capaces de lograr todo cuanto se propongan.