Somos fuente de luz divina, y cuando nos enamoramos explotamos esas chispas de luz, nos alcanza un estado de éxtasis y felicidad que muchas veces comparamos con una explosión en el corazón. La mayoría de las veces esos chispazos iniciales solo duran unos meses, y luego comienza a disiparse la emoción, es en este momento cuando de verdad comienza construirse la base para un amor verdadero.
Cuando estamos cargados de emoción solemos cegarnos ante la multitud de sensaciones corporales que nos invaden, es difícil ver cuando estás ante mucha luz, y por lo tanto te limitas a sentir y experimentar todas las sensaciones del enamoramiento. Son sensaciones divinas que nadie quiere dejar de sentir, pero que así como la pólvora son efímeras, duran muy poco, y cuando se apaga esa chispa inicial comienza nuestro drama.
El drama de querer a toda costa volver a sentirnos como al principio, quedamos anclados y nostálgicos queriendo regresar al comienzo, y eso nos aleja del presente y nos impide disfrutar de las nuevas etapas por las cuales atraviesa una relación. Yo comparo el amor con una gran proceso de aprendizaje, en el que poco a poco te vas descubriendo, te vas aprendiendo a amar y también aprendes a aceptar a la persona que tienes como pareja.
Hoy en día las parejas pasan por muchísimas pruebas que nuestra cultura pone y que lamentablemente la mayoría no sobrevive. Caemos en el error de pensar que amor es igual a enamoramiento, y la verdad es que el enamoramiento es a penas, una fase inicial, y como lo que la sociedad y los medios nos venden es esa fase, creemos que cuando termina esta etapa también se termina el amor. Entonces comenzamos una relación y cuando se acaba la primera fase la terminamos y luego vamos a otra y así continúa el círculo vicioso en el que se ha convertido el amor en estos días. Muchas parejas simplemente no se dan cuenta de que van pasando por distintas fases y que cada una tiene su encanto, cada una tiene su aprendizaje, cada una es necesaria para llevarte al pleno descubrimiento del verdadero amor.
El amor se construye con las acciones diarias, con respeto, sinceridad, apoyo mutuo, comunicación constante y grandes dosis de autoestima, porque como decía en otro artículo, el verdadero amor de tu vida eres tu mismo o tu misma, si no nos amamos profundamente, cualquier pareja que tengamos se convertirá en un suplicio, en un amor adictivo del que solo sacaremos sufrimiento.